El reinado de Pedro I de la Compilación de los milagros de Santiago de Diego Rodríguez de Almela (1481)

Rodríguez de Almela, Diego: Compilación de los milagros de Santiago, BNE, Manuscritos, Mss. 1302, fols. 61v-62r. Fuente: Biblioteca Digital Hispánica

Capítulo XIX. De cómo el rey don Pedro de Castilla mató al maestre don Fadrique de Santiago, su hermano. Et él estando en Santiago de Gallizia ffueron muertos en su presençia el arçobispo don Suero et el deán de Santiago e después el dicho rey don Pedro fue vençido e muerto por el rey don Enrrique, su hermano, en Montiel, que es lugar de la Orden de Santiago.

El rey don Pedro de Castilla fue muy cruel rey e fizo matar muchos e grandes señores e cavalleros de sus regnos e señoríos, entre los quales fizo matar al maestre don Fadrique de Santiago, el presente estando en el alcáçar de Sevilla. Et después él yendo fuyendo de Castilla del rey don Enrrique su hermano, estando en la çibdad de Santiago, acaesçió un día que el arçobispo don Suero de Santiago posava fuera de la çibdad, en una su fortaleza que dizen la Roucha. Vyno ver al rey don Pedro que lo ovo enbiado a llamar e cómo el dicho arçobispo vyniese a él por una plaça llegando a la eglesia de Santiago donde el rey don Pedro entonçe estava, llegó en pos d’él un escudero de Gallizia llamado Fernán Pérez Curruchano en un cavallo e una lança en la mano e omes e cavallo en pos d’él e llegó al arçobispo e matolo e mató al deán de la dicha iglesia de Santiago que venía con el arçobispo et mataronlos dentro de la iglesia de Santiago e allý dieron las almas a Dios delante del altar mirándolos el rey e los que con él estavan de ençima que davan bozes diziendo que los no matasen.

E cómo quier que todos fazían salva de la muerte del arçobispo e su deán, pero según los omes cuydan e es de pensar non se atreviera fazer tal cosa el que los mató sy pensara al rey, antes se tovieron por dicho que el lo mandó fazer por que tenía grand sentimiento de los cavalleros de Toledo por que acojeran en aquella çibdad al rey don Enrrique su enemigo. Et este arçobispo don Suero que fue ý muerto hera natural de Toledo e pariente de los mejores de aquella çibdad. E fue este fecho muy malo e muy feo matar asý al arçobispo e al deán de Santiago dentro de la iglesia donde toda la cristiandad la vyenen a honrrar e a visitar. Et de allí se fue el Rey don Pedro para la Curuña. Et entró por mar e fuese para Vayona de Guiana, que entonçe era del señorío de Ynglaterra. O después que tornó a Castilla con el prinçipe de Gales e cobró el Regno después de la batalla de Nájara, el rey don Enrrique vyno de Françia.

El qual teniendo çercada la çibdad de Toledo, partió el rey don Pedro desde Sevilla con su hueste con yntençión de fazer levantar el çerco que estava sobre Toledo et llegado a Montiel fue allí sobre él el rey don Enrrique con su hueste et ovieron amos a dos reyes batalla canpal, en la qual el rey don Pedro fue vençido e acogido al castillo de Montiel e ffue luego çercado de una pared ar[r]ededor del castillo, por que d’él no se pudiese yr. Et veniéndose el rey don Pedro asý çercado, tiendo pocas vituallas e menos agua para se poder sostener, buscó manera cómo pudiese escapar. E como se aventurase una noche salióse [Pedro I] del castillo e výnose a la posada de Mosén Beltrán de Caclín, condestable de Françia, e se pusiese en su poder armado de unas coraças. Sabiéndolo el rey don Enrrique fue luego para él como lo vio firió con una daga por la cara et otras feridas muchas que le dio por el cuerpo e asý lo mató e privó de la vida e del regno e de todos sus thesoros e de quánto tenía.

Por çierto es de notar las crueles muertes que este rey don Pedro de Castilla fizo al maestre de Santiago don Fadrique, su hermano, e al arçobispo e deán de Santiago por que él fuese digno de padeçer de ser vençido, çercado e muerto por cuchillo en el castillo e villa de Montiel, que es de la Orden del Bienaventurado Apóstol Santiago, patrón defensor de todas las Españas. En lo qual fue grand misterio e juyzio de Dios. Ca aunque otras muertes non fiziera sy non estas que dichas son hera (sic.) digno de padeçer lo que padeció.

Rodríguez de Almela, Diego: Compilación de los milagros de Santiago, BNE, Manuscritos, Mss. 1302, fols. 61v-63v.