Lectio, disputatio y praedicatio en el edificio de la teología según el escolástico Pedro el Cantor († 1197)

Comienzo del Verbum adbreuiatum de Pedro el Cantor (c. 1130-1197) en un manuscrito del siglo XIII (Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, Reg. lat. 106, fol. 1r).

«El ejercicio de la Sagrada Escritura consiste en tres cosas: la lectura, la disputa y la predicación, de las cuales es enemiga la prolijidad, madre del olvido y madrastra de la memoria. La lectio es como el fundamento y substrato de todo lo que sigue, porque a través de ella son dispuestas el resto de utilidades. La disputatio hace las veces de las paredes en este ejercicio y edificio, pues “nada puede ser comprendido plenamente o predicado fielmente si antes no ha sido desmenuzado por los dientes de la disputa”. La predicatio, a la cual sirven las anteriores, es como el techo que protege a los fieles de la marea y la tempestad de los vicios. Por tanto, ha de predicarse después de la lectio de la Sagrada Escritura y de la disputa e investigación de las cosas dudosas, y no antes, para que, así, una cortina atraiga a otra[1]»[2].

«Nuestro ejercicio consiste en tres cosas: la lectura, la disputa y la predicación. La lectio se coloca en primer lugar a modo de substrato o fundamento, para que a partir de ella todos los arroyuelos fluyan como de una sola fuente hacia los otros dos. En segundo lugar se pone encima la estructura o paredes de la disputatio, pues, como dice Gregorio, “nada puede ser comprendido plenamente o predicado fielmente si antes no ha sido desmenuzado por los dientes de la disputa”. En tercer lugar se erige el techo de la predicatio, para que “quien oye diga ‘ven’” y una cortina atraiga a otra. La religión cristiana consiste en la fe y las buenas costumbres: la lectio y la disputatio conciernen a la fe, y la predicatio a las costumbres. Así, una vez puesto el techo de la predicación, que nos protege, tanto a nosotros como al prójimo, del calor, del granizo y de la lluvia, habrá sido construido el consistorio del palacio del Rey Supremo, en el que discierne las leyes y los derechos»[3].

«El ejercicio de la Sagrada Escritura consiste en tres cosas: la lectura, la disputa y la predicación, de las cuales es enemiga la prolijidad, madre del olvido y madrastra de la memoria. La lectio se coloca en primer lugar a modo de substrato o fundamento, para que a partir de ella todos los arroyuelos fluyan como de una sola fuente hacia los otros dos. En segundo lugar se pone encima la estructura o paredes de la disputatio, pues, como dice Gregorio, “nada puede ser comprendido plenamente o predicado fielmente si antes no ha sido desmenuzado por los dientes de la disputa”. En tercer lugar se erige el techo de la predicatio, para que “quien oye diga ‘ven’” y una cortina atraiga a otra. Por tanto, ha de predicarse después de la lectio de la Sagrada Escritura y de la disputa e investigación de las cosas dudosas, y no antes. La religión cristiana consiste en la fe y las buenas costumbres: la lectio y la disputatio conciernen a la fe, y la predicatio a las costumbres. Así, una vez puesto el techo de la predicación, que nos protege, tanto a nosotros como al prójimo, del calor, el granizo, la lluvia y la tempestad de los vicios, habrá sido construido el consistorio del palacio del Rey Supremo, en el que discernirá las leyes y los derechos»[4].

[1] Esta expresión, citada de Pedro Cantor en adelante, parece inspirarse en Ex 26 y 36, donde Dios da instrucciones de cómo construir y decorar el tabernáculo. En el siglo XVII, el franciscano Luis de Miranda comenta lo siguiente: «Ita ut cortina cortinam trahat. Este es un galano símbolo y hierogliphico, del qual se saca una espiritual doctrina de lo que deuen hazer los buenos y verdaderos Religiosos. Que no se contentando con auer venido ellos al servicio de Dios, y seruirle con sus proprias personas, deuen procurar que otros hagan lo mismo. Todos los que estamos en el gremio de la Religion, se puede con verdad dezir que somos como cortinas con que se adorna el tabernaculo desta Iglesia; pero deuemos ser cortinas engazadas y eslauonadas, que tiremos a otros tras nosotros y los atraigamos al seruicio de Dios procurando que le siruan» (Luis de Miranda, Platicas y colaciones espirituales, Salamanca, Susana Muñoz, 1618, p. 174).

[2] «In tribus igitur consistit exercicium sacre Scripture: circa lectionem, disputationem et predicationem, cuilibet istarum inimica est prolixitas, mater obliuionis et nouerca memorie. Lectio autem est quasi fundamentum et substratorium sequentium quia per eam cetere utilitates comparantur. Disputatio quasi paries est in hoc exercicio et edificio; quia ‘Nichil plene intelligitur fideliter ue predicatur nisi prius dente disputationis frangatur’. Predicatio uero, cui subseruiunt priora, quasi tectum est tegens fideles ab estu et a turbine uiciorum. Post lectionem igitur sacre Scripture et dubitabilium disputationem et inquisitionem, et non prius, predicandum est, ut sic cortina cortinam trahat, etc.» (Petrus Cantor, Verbum adbreuiatum [textus prior], 1 – ed. M. Boutry, 2012 [CCCM 196A] y trad. propia). No he podido localizar la cita atribuida a Gregorio; todo me indica que es espuria.

[3] «In tribus autem consistit exercitium nostrum: in lectione, disputatione, predicatione. Lectio ergo primo iacitur quasi sustratorium et fundamentum, ut ex ea omnia amminiscula quasi ex quodam fonte ceteris duabus propinentur. Superponitur secundo structura uel paries disputationis. Vt enim, ait Gregorius, “nil plene intelligitur, nil fideliter predicatur nisi prius dente disputationis frangatur”. Tercio erigitur tectum predicationis ut qui audit dicat ueni [Ap 22,17], et cortina cortinam trahat. Religio uero christiana est de fide et bonis moribus; lectio et disputatio ad fidem, predicatio ad mores referuntur. Sic apposito tecto predicationis quod et nos et proximos defendet ab estu et a grandine et a pluuia, constructum erit consistorium palatii summi regis, in quo leges et iura discernet» (Petrus Cantor, Verbum adbreuiatum [textus alter], 1 – ed. M. Boutry, 2012 [CCCM 196B] y trad. propia).

[4] «In tribus autem consistit exercitium sacre Scripture: in lectione, disputatione, predicatione. Cuilibet istorum inimica est prolixitas, mater obliuionis et nouerca memorie. Lectio ergo primo iacitur quasi stratorium et fundamentum sequentium, ut ex ea omnia amminicula quasi ex quodam fonte ceteris duabus propinentur. Superponitur secundo structura uel paries disputationis. Vt enim ait Gregorius: “Nil plene intelligitur, nil fideliter predicatur nisi prius dente disputationis frangatur uel teratur”. Tercio erigitur tectum predicationis ut qui audit dicat ueni [Ap 22,17] et cortina cortinam trahat. Post lectionem igitur sacre Scripture et dubitabilium disputationum inquisitionem, et non prius, est predicandum. Religio uero christiana est de fide et bonis moribus; lectio et disputatio ad fidem referantur, predicatio ad mores. Sic apposito tecto predicationis quod et nos et proximos defendet ab estu et pluuia et a grandine et turbine uiciorum, constructum erit consistorium palatii summi regis, in quo leges et iura discernet» (Petrus Cantor, Verbum adbreuiatum [textus conflatus], I, 1 – ed. M. Boutry, 2004 [CCCM 196] y trad. propia).