Procesiones de flagelantes durante la peste negra

Procesión de flagelantes durante la peste negra en Tournai (Bélgica). Miniatura de Pierart de Tielt (c. 1349-1352) ilustrando la Crónica de Gilles Li Muisis (Bibliothèque Royale de Belgique, Ms. 13076-77, fol. 17v).

«En ese mismo año de 1349, alrededor de la fiesta de San Miguel [29 de septiembre], más de 120 hombres, en su mayoría de Zelanda u Holanda, llegaron a Londres desde Flandes. Iban descalzos en procesión dos veces al día a la vista de la gente, a veces a la iglesia de San Pablo y a veces a cualquier otro lugar de la ciudad, con el cuerpo desnudo excepto por un paño de lino desde los lomos hasta los tobillos. Cada uno llevaba una capucha pintada con una cruz roja por delante y por detrás y llevaba en su mano derecha un látigo con tres correas. Cada una de las correas tenía un nudo, con algo afilado, como una aguja, clavado en el centro del nudo, de modo que sobresalía a cada lado, y mientras caminaban uno tras otro se golpeaban con estos látigos en sus cuerpos desnudos y ensangrentados; cuatro de ellos cantaban en su propia lengua y el resto respondía a la manera de la letanía cristiana. Tres veces en cada procesión se postraban todos en el suelo, con los brazos extendidos en forma de cruz. Sin dejar de cantar, y comenzando por el hombre del final, cada uno, por turno, pasaba por encima de los demás, azotando una vez con su látigo al que estaba debajo, hasta que todos los que estaban postrados habían pasado por el mismo ritual. Entonces cada uno se ponía su ropa habitual y, siempre con la capucha en la cabeza y portando sus látigos, partían hacia sus alojamientos. Se decía que cada noche realizaban una penitencia similar» (Robertus de Avesbury, De gestis mirabilibus regis Edwardi tertii – ed. E. M. Thompson, 1889, Rolls Series, pp. 407-408; trad. a partir de la versión inglesa de R. Horrox, The Black Death, Manchester – Nueva York, Manchester University Press, 1994, pp. 153-154).